Algunos son historia de sobra conocida. Otros, anécdotas locales y curiosas que se comunican de boca en boca. Hay unos terceros que son absolutamente desconocidos, pero que su relevancia y simpatía merecen reconocimiento. Finalmente, existen algunos más que rayan las puertas de la leyenda urbana.
Sea como sea, México está lleno de personajes pintorescos cuyas vidas, ocurrencias y características van de lo cómico a lo maravilloso, de lo perverso a lo trágico.
Festejemos a nuestro país por medio de ellos, que constituyen una parte fundamental de nuestro legado histórico, picaresco y a veces funesto.
Por supuesto, y como siempre, esta lista es incompleta, breve (brevísima) y arbitraria, además de que cada uno de estos personajes merece una biografía entera, amplia y sabrosa.
1.- El Negrito Poeta. Se llamaba José Vasconcelos y era hijo de negros nacidos en el Congo, traídos a la Nueva España como esclavos. Por tanto, él, que también era tuerto, vio la primera luz en Almolonga, una hacienda cercana a Xalapa, Veracruz. Lo que lo hacía diferente es que nació con el don del verso en la boca, pues con rapidez y maestría componía rimas que le dieron fama. Su legado es amplísimo y rico. En una ocasión, a las puertas de una iglesia, escuchó que un demandadero del hospital, suplicaba cooperación económica con voz lastimera: “Para el entierro de los huesos del hospital”. El Negrito, con prontitud, replicó: “Dos disparates a un tiempo / estás diciendo, animal, / ni el hospital tiene huesos, / ni entierran al hospital”. Este popular poeta, era mexicano como el que más. “Aunque soy de raza conga / yo no he nacido africano; / soy de nación mexicano / y nacido en Almolonga”. Cortejaba a cierta mujer bien parecida, pero ella lo rechazaba por tres motivos: por pobre, negro y tuerto, así que ella le dijo: “¿Qué, no adviertes que eres negro?”, y él respondió: “No, mi vida, no lo advierto, / pues aunque soy algo tuerto, / no tengo cara de suegro”.
2.- El Virrey Marquina. Don Félix Berenguer de Marquina fue nombrado virrey de la Nueva España el 8 de noviembre de 1799. Era hombre muy bueno, pero lo que le sobraba de bondad, le faltaba de inteligencia. Su fama comenzó cuando negó el permiso para realizar una corrida de toros, que de todas formas se hizo. Indignado, emitió un decreto en el que declaraba nula y sin ningún efecto tal corrida. Al pasar por las calles, la gente le gritaba: “¡A pie y a caballo, nadie te gana!”. Él se ufanaba, pensando en su gran porte y en su destreza para montar. Lo que no sabía es que el dicho era una burla hacia sus enormes pies y a su inteligencia de animal. Su única obra pública fue ordenar la construcción de una fuente… en un lugar donde nunca hubo agua. Por tanto, su magna obra se convirtió en baño público, por lo que todos decían: “Para perpetua memoria / nos dejó el virrey Marquina / una pila en que se orina, / y aquí se acabó la historia”.
3.- El Alcalde de Lagos. Por alguna extraña y maliciosa razón, los habitantes de Lagos de Moreno, Jalisco, sufrieron por mucho tiempo fama de tontos. Se dice que todo fue obra de la envidia, pues a sus vecinos de San Juan de los Lagos no les faltaban motivos para albergar el sentimiento. Pero entre todos los personajes de aquel lugar, ninguno como Don Diego Romero, quien presidió el Ayuntamiento de Santa María de los Lagos en los años posteriores a 1810. Entre sus muchísimas ocurrencias, está la que sucedió un día, después de una fuerte lluvia. Iba caminando el Alcalde cuando se topó con un enorme hoyo a medio camino entre la Plaza de Armas en construcción y el atrio del templo. Ordenó que fuera tapado de inmediato. La dificultad es que se debía traer tierra de otro lugar, pero eso significaba mucha inversión en tiempo, esfuerzo y hombres. Entonces le vino la idea: mandó hacer otro hoyo para que con esa tierra se cubriera el primero. Y un tercer hoyo para tapar el segundo… y así sucesivamente hasta llegar al sitio donde encontrarían la tierra suficiente para rellenar al fin tan molesto agujero.
4.- La Paca. Francisca Zetina Chávez, supuesta vidente acusada de “sembrar” y después “encontrar” (gracias a sus poderes psíquicos) una osamenta en la finca “El Encanto”. Recibió la orden del fiscal Pablo Chapa Bezanilla, con el fin de incriminar a Raúl Salinas de Gortari por el homicidio del diputado Manuel Muñoz Rocha, a quien supuestamente pertenecía el esqueleto hallado. En realidad, los huesos eran del suegro de "Paquita la del cráneo", como se le llamó entonces.
5.- Margarito. Margarito Esparza Nevares nació en San Ignacio, Sinaloa, en 1936. Su fama se la debe a su baja estatura. Inició su carrera artística al lado de Ramiro Gamboa, el “Tío Gamboín” y de Javier López “Chabelo”. Luego participó en diversas películas, algunas con “Tin Tan”, programas de televisión y espectáculos. Era común encontrarlo en los vagones del Metro cantando con su diminuta guitarra. Ahora, reside en Monterrey, donde participa en diversos programas de televisión del canal Multimedios.
6.- El Charrito Pemex. En los años cercanos a 1940, Pemex vendía petróleo diáfano directamente a la gente, que lo utilizaba para estufas, “calentones” y las famosas lámparas de petróleo. Para promocionar este producto, se creó la caricatura de “El charrito Pemex”, un simpático charro, vestido de verde, de reducido tamaño, además de patizambo. También, se contrató un actor de las mismas características, que viajaba por todo el país para difundir las bondades del mentado petróleo. Este personaje se encontraba en calles y avenidas, pero se le recuerda particularmente por las zonas aledañas a la Avenida Juárez, en la ciudad de México, donde saludaba y sonreía a los paseantes.
7.- Hermenegildo L. Torres. Nació en 1901 en Saltillo, Coahuila, aunque algunos afirman que en Monterrey, Nuevo León. Fue el creador de la PUP: Por la Unificación de los Pendejos, asociación que otorgaba credenciales a sus agremiados, de los cuales creó más de 200 clasificaciones, como el Pen_dejo Esférico, el Precavido, el De Puntería, el de Punto de Referencia, el Tributario… Ah, infinidad de variaciones. El caso es que, en resumidas cuentas, todos en este mundo somos pendejos, porque, diría don Hermenegildo, “Si encerraran a todos los pendejos en un corral, no quedaría nadie para cerrar la puerta”.
8.- Ricardo Aldape Guerra. Mexicano que pasó más de 15 años en una prisión estadounidense, acusado de homicidio y condenado a muerte. Tres veces libró la inyección letal, hasta que lo declararon inocente y quedó en libertad. Al regresar a su país y ser recibido como héroe, el futuro parecía estar en sus manos... pero muy pronto se mató por conducir a exceso de velocidad.
9.- Rubén “Púas” Olivares. Boxeador, campeón del mundo en las categorías de peso gallo y pluma. Amado por sus seguidores, pícaro al hablar, rodeado de vividores y alcohol, mucho alcohol y fiestas. Fue el creador de la receta del “Pollo a la púas”: Tomas un pollo crudo, entero. Lo pones en una bandeja. Le agregas al gusto tequila, ron, brandy, cerveza, whisky y aguardiente. Tiras el pollo… y te tomas el juguito.
10.- Raúl “Ratón” Macías. Tepiteño de nacimiento, carismático, de técnica refinada, el campeonísimo “Ratón” fue monarca supremo de la división de peso gallo. Fue el creador de la célebre sentencia: “Todo se lo debo a mi mánager y a la Virgencita de Guadalupe”.
11.- La Güera Rodríguez. Bellísima y rubia mujer, de moral un poquito liviana, que por nombre llevaba el de Doña María Ignacia Rodríguez de Velasco Osorio y Barba. Fue esposa de uno y amante de… ¡muchos! Entre ellos, varios nobles, héroes de la Patria y de los mismísimos Simón Bolívar, Alejandro Von Humboldt y Agustín de Iturbide. Era pícara y risueña, y no sólo sabía chistes y anécdotas picosas que la hacían una gran conversadora, sino que conocía de arriba para bajo los secretos de los conspiradores en contra de la Corona Española.
12.- La otra Güera Rodríguez. Leonardo Rodríguez Alcaine fue líder de los electricistas por cerca de 500 años (lo que duran los líderes sindicales en México), y después pontífice total de la CTM. Su apellido, sus tintes para el pelo y su vocabulario florido, le confirieron tan singular apodo. Cómo no recordar su sabiduría: “Lo importante no es mear mucho, sino hacer espuma”, “Me dieron una hermana de usted, compañero”. “No le contesto porque le miento la madre”.
13.- José “Toluco” López. De origen humilde, héroe popular, noqueador poderoso por naturaleza, reinó en el peso gallo y en las parrandas, acompañado primero por Pedro Infante y después por Javier Solís. No le importó tirar su dinero en vino y mujeres, pero conservó hasta la muerte un reloj y una esclava de oro grabada con su nombre, obsequios del presidente Adolfo López Mateos, a quien, por cierto, también apodaban “El Toluco”.
14.- Carlos Rivas Larrauri. Nació en la ciudad de México en 1900. Su madre le inculcó el amor por la poesía, su padre, charro de corazón, el cariño por la tierra, mientras que el amor por el vino… ¡él solito lo adoptó! Pasó casi toda su vida abrazado a sus tres grandes amores: el alcohol, la lectura y la escritura de poesía con lenguaje popular. Dejó una obra magnífica, pero poco difundida, entre la que destaca, sin embargo, Por qué me quité del vicio. “No es por hacerles desaigre / es que ya me quité del vicio / astedes me lo perdonen, / pero es qui más de cinco / años que no tomo copas, / onqui ande con los amigos…”.
15.- Chaf y Queli. Pareja de comediantes, albureros, albureros, reconocidos entre el mismo gremio como dos reatas bien enceradas, a los que no se les va una y todas las mandan de regreso corregidas y aumentadas. Han participado en carpas, espectáculos populares, realizado grabaciones de audio, y un poco en televisión, además de ser jueces y triunfadores máximos en competencias de albures en barriadas. Esto pasó en Garibaldi: Perdone, ¿es usted el Mariachi Vergara de Rascatitlán? “No, joven, está usted confundillo”. Me dieron entonces mal los informes. “No importa, ¿cuál le toco?”. Tóqueme La Negra y báilemela. “La Nalgarita es mejor para bailar; es danzón”. ¿La Nalgarita? Mmmm… A ver, déme su tono. “Ahí le va mi Re-La-Mi-Do”. Vocalícemela otra vez. “Le vocalizo mejor Amor Chiquito”. ¿Amor Chiquito? A ver, le hago segunda. “Hágamela mejor con el tango Mano a Mano”. Muy bien, pero lo sigo con la corneta. “¿Qué, no se desentona?”. ¡Qué va! Si quiere hasta le hago un arreglo a La Panchita. “Hágaselo mejor a La Boa, o al Cable”. Ah, no, yo saco mejor los Aires del Mayab…
16.- Armando Jiménez. Al “gallito inglés” le dieron su primera nalgada en Piedras Negras, Coahuila, en 1917, pero ha pasado casi toda su vida en la ciudad de México. En 1960 abandonó su carrera como ingeniero arquitecto para dedicarse de lleno a la escritura. Gracias a ello, hoy gozamos de Picardía mexicana, Nueva picardía mexicana, Dichos y refranes de la picardía mexicana, Sitios de rompe y rasga en la ciudad de México… entre muchos otros, que suman casi nueve millones de ejemplares vendidos y más o menos 500 ediciones. A ver, que alguien venda más libros que él, a ver...
17.- El Filósofo de Güémez. Se hizo famoso gracias a que el doctor Ramón Durón Ruiz recopilara en un libro su sabiduría singular. Nadie sabe si existió en realidad, pero se cree que nació en Güémez, municipio de Tamaulipas, y entre su amplio legado se encuentran las siguientes sentencias: “El que tenga perro que lo amarre afuera; el que no, pos que ni lo amarre”. “Las bolsas de las mujeres, son como los conventos, tienen puras madres adentro”. “En política, si las cosas no cambian, es porque siguen igual”. “Cuando el gallo canta en la madrugada, puede que llueva mucho, puede que llueva poco o puede que no llueva nada”. “Si dos perros siguen a una liebre y el de adelante no la alcanza, el de atrás menos”. “Si no llegó... es porque no vino”. “El matrimonio es como darse un baño de agua helada en tiempo de frío: metete de un chingazo, porque si lo piensas mucho, no le entras”.
18.- La Malinche. Doña Marina, Malina, Malintzin, Malinche. La concubina bilingüe (sabía náhuatl y maya) que tomó Hernán Cortés. Su belleza era única, su lealtad al conquistador, a toda prueba. Ella sabía los secretos nativos, las conspiraciones, las emboscadas. Gracias a ella, los españoles salieron bien librados y lograron conquistar los poderosos reinos indios. Gracias a ella, existe el término “malinchismo”. Algunos mal pensados afirman que su espíritu arrepentido es el que vaga por las noches gritando "¡Ay, mis hijos!".
19.- El Pípila. Juan José de los Reyes Martínez Amaro fue minero. Acompañó al ejército de Miguel Hidalgo a Guanajuato. Tomaron la ciudad, pero un último bastión defendían los españoles: La Alhóndiga. Mientras ésta no cayera, el triunfo insurgente sería imposible. Hidalgo supo que la única manera de tomar este depósito era incendiar la puerta. Por eso, exclamó con valerosa voz: “¡Pípila! La Patria necesita tu valor, ¿te atreves a quemar la puerta de la alhóndiga?”. Juan José no lo pensó. Se ató una losa a la espalda y, entre la lluvia de balas, cumplió su cometido gracias a una antorcha. Hermosa y patriótica historia. Lástima que es falsa. Hidalgo estaba demasiado lejos, a salvo de las balas, y “El Pípila” jamás existió.
20.- El Tigre de Santa Julia. José de Jesús Negrete Medina fue un famoso ladrón que puso en jaque a las autoridades de la ciudad de México y alrededores (especialmente el barrio de Santa Julia, cerca del actual Tacuba) en las épocas porfiristas. Diestro en el arte de las armas, elegante, astuto, era querido por la gente, que lo veía como una especie de Robin Hood. También era mujeriego. De hecho, lo capturaron por los celos de una fémina, quien, despechada, lo delató. Lo tomaron preso por el rumbo de Tacubaya, camino al Panteón de Dolores. La policía lo encontró atrás de un nopal, en cuchillas y con las armas a un lado. El mole y el curado de apio, que una tal Guadalupe le había ofrecido, le causaron una severa diarrea. Fue condenado a cinco penas de muerte. Él simplemente dijo: “Y luego, cinco penas de muerte… ¡ni que fuera gato! ¿Pues con qué pago?”.
21.- Chucho El Roto. Pablo Jesús Méndez fue el nombre que adoptó, aunque cuando nació le pusieron el de Jesús Arriaga. Originario de Santa Ana Chiautempan, Tlaxcala, fue carpintero. Se enamoró de una joven adinerada que sucumbió ante sus encantos. El tío de la muchacha, colérico, lo mandó encerrar, primero en la penitenciaría del Distrito Federal y después en la isla de San Juan de Ulúa, Veracruz, de donde escapó. Entonces, pulcramente vestido, a la usanza de los “rotos” (elegantes) robó y estafó a los ricos para ayudar a los pobres. Recapturado y enviado otra vez a San Juan de Ulúa, un preso lo delató cuando pretendía escapar. El director de la cárcel lo mandó azotar 300 veces, por lo que murió, a los 36 años. Pero cuando su cuerpo llegó en tren a la ciudad de México, escoltado por algunos guardias, el féretro fue abierto y adentro se encontraron… nada más y nada menos que unas enormes piedras.
22.- José Luis Rodríguez “Palillo”. Este estudiante de psicología de la UNAM nació en 1934, en Jalisco. Ya en la ciudad de México, y mientras se encontraba en la Preparatoria número 1, recibió el apodo, debido a su extrema delgadez. No sólo fue el líder de la porra Puma, sino el encargado de negociar con los cines la rebaja en el precio de los boletos (¿rebaja? ¡Si se metían a fuerza y sin pagar!). El Cine Goya otorgaba “facilidades” a los estudiantes, por lo que era un destino recurrente para ellos. Por tanto, cuando se planeaba una pinta masiva, se corría la voz por todos lados gritando: ¡Goya, Goya! Si al grupo de hombres se sumaban mujeres, el grito se completaba con: ¡Cachún, Cachún!, que denotaba que ese día habría algo más que película, pues era derivación de cachondeo. Finalmente, el ¡Ra, ra! se añadió por simple espíritu deportivo.
23.- Armando Martínez. Era sumamente popular, pues era el propietario de Las tortas del Espíritu Santo, ubicado en el callejón del mismo nombre, número 38. Después conocidas simplemente como Las Tortas de Armando. A finales del siglo19 y principios del 20, ningún estudiante (principalmente de leyes) podía perderse estos manjares, pues además de ser económicos, Armando ofrecía calidad, sabor, abundancia y, muy importante, crédito. Además, las preparaba con maestría. Con gran destreza tomaba las teleras, las partía, les embarraba crema, frijoles, les agregaba jamón, pierna, lomo, rajas en vinagre…
24.- El Triunvirato de Joe “El Dandy” Conde, el “Chango” Casanova y Juan Zurita. Pocos sucesos tan curiosos como el que acontecía con estos tres boxeadores: en todos los combates, Conde vencía siempre al “Chango”; el Chango le ganaba a Zurita; y Zurita abatía a Joe Conde. No había otra combinación.
25.- El Negro Yanga. Príncipe africano traído como esclavo a la Nueva España. Su sangre real, altiva, lo llevó a dirigir la rebelión contra los españoles. Gracias a su liderazgo y valentía, su movimiento triunfó, tras de lo cual fundaron el primer pueblo libre del país, donde podían vivir con dignidad los esclavos liberados: Yanga, Veracruz.
26.- Fray Tormenta. Sergio Gutiérrez Benítez, sacerdote católico que, para mantener un orfanato, durante 23 años se dedicó a la lucha libre. Su máscara roja y amarilla se hizo popular tanto en las arenas como en los altares. Fue el primer maestro de otro popular luchador: "El Místico", que llegó con él siendo un niño pobre.
27.- Luis Echeverría Álvarez. Presidente de México entre 1970 y 1976, que por alguna razón desarrolló una ferviente fama de pen…dejo la palabra a la imaginación, y que por lo mismo fue protagonista de innumerables chistes maliciosos. Llega Luis Echeverría a un velorio, ve al muerto y exclama: "no somos nada". Los periodistas se le abalanzan diciendo: “señor presidente, qué pensamiento tan profundo y filosófico, amplíe por favor”, y Echeverría responde: “pues sí, no somos nada, ni amigos ni parientes, nada...”. Sube Echeverría a un avión y lleva el rostro completamente lleno de moretones y sangre. Su secretario le pregunta, angustiado: “Señor presidente, ¿qué le sucedió?”, a lo que él responde: “Es que afuera del avión dice DC-9… y yo obedecí”. (Por cierto que el PAN tenía una oficina encargada de inventar y difundir los nuevos chistes).
28.- José “Huitlacoche” Medel. Campeón de boxeo que sufrió para llegar a la cima. Fue repudiado por haber vencido al ídolo popular “El Toluco” López. Fue uno de los raros casos de boxeadores humildes que alcanzan la fama y no se pierden en la frivolidad o los vicios. Esto no lo logró solo, sino gracias a su “madrecita”.
29.- Lorenzo Garza. “El ave de las tempestades” le apodaban a este torero, cuyas faenas viajaban entre dos extremos: o eran pésimas, al grado de que la gente abucheaba y rechiflaba en señal de repudio mientras el ruedo se llenaba de cojines y vasos de cerveza, o bien, eran enormes muestras de destreza, arrojo y valentía que derivaban en aplausos y gritos sin final. Prácticamente nunca hubo un punto medio. Lorenzo era terrible… o terriblemente bueno.
30.- Juan Silveti. Torero nacido en Guanajuato a quien, hasta la fecha, se le considera como el más valeroso de la historia. Su apodo lo decía todo: "Juan sin miedo". Sufrió varias cogidas de gravedad y de todas ellas se levantó victorioso. Ésta fue su mejor faena: vencer a la muerte tantas veces como se le presentó en forma de cornada. Todos sus hijos se llamaban Juan, combinado con otro nombre. Cuando le preguntaron la razón, él contestó, orgulloso: Por si alguno se me raja, ¡todavía tengo más!
31.- Ponciano Díaz. A finales del siglo 19, se presentó en España un mexicano extravagante. Quería ser torero, pero en aquellos tiempos, sólo los españoles podían serlo. ¿Un mexicano? Imposible. Mucho menos con esa pinta: chaparro, enormes bigotes negros y vestido de charro. Es cierto: cumplía con todas las faenas, con su peculiar estilo charro, pero eso no era suficiente. ¿O sí? Tiempo, dolor y sangre le costó a Ponciano, pero al fin lo logró: se consagró allá y aquí, al grado que la gente cantaba: “Ya no quiero a Mazzantini / ni tampoco a Cuatro Dedos / al que quiero es a Ponciano / que es el rey de los toreros”.
32.- Manuel Raga. El mejor basquetbolista mexicano de todos los tiempos. Se le conoció por todos lados como “El mexicano volador”. Cuando jugó en Europa, le decían con desprecio “El Indio”. No tardó en cerrar bocas y levantar gritos por su maestría que demostraba defendiendo y atacando el aro, porque Manuel... sí que sabía volar.
33.- La China Poblana. Según la leyenda, así se le llamó a una esclava de origen noble que fue traída desde la India. Fue raptada por piratas portugueses y vendida en México durante el porfiriato. Su nombre era Mirra, pero al convertirse al cristianismo se le impuso el de Catarina San Juan. Ya en la ciudad de Puebla, ella misma, con sus propias manos, habría diseñado el popular traje que ahora se conoce como de china poblana.
34.- Don Juan Manuel. El primer asesino serial del país. Allá por 1636, este noble, venido con la comitiva del Virrey, comenzó a sospechar que su mujer lo engañaba. Investigó por todos lados, espió y preguntó hasta que sus celos llegaron al extremo de hacer un pacto con el demonio: su alma a cambio de que le revelara la identidad del infiel. El espíritu se le apareció. Le ordenó que todas las noches saliera de su casa exactamente a las once, y que asesinara al primer hombre que pasara por ahí. Cuando el diablo se le apareciera junto al cuerpo, Don Juan Manuel sabría que su honor había sido vengado. Así lo hizo: durante muchas noches se escondía en las sombras, esperando. Cuando alguien se acercaba, le preguntaba: “Disculpe, usarcé, ¿qué horas son?”. “Las once”, respondía el desgraciado. “Dichoso usarcé, ¡que sabe la hora en que muere!”, decía y le clavaba un puñal al infeliz. Don Juan Manuel tuvo un final trágico… y sobrenatural.
35.- El caníbal de la Guerrero. José Luis Calva Zepeda, dramaturgo y poeta, escribió las obras Instintos caníbales y la Noche anterior. En ellas, imaginaba sus crímenes; en algunos de sus poemas, se decía frustrado por no poder ser madre, pues era bisexual. La policía encontró en su departamento el cuerpo desmembrado de una desaparecida. Se le vinculó con el asesinato de otras más. El dictamen aseguró que devoraba a sus víctimas. Se suicidó en su celda, dos meses después de ser aprehendido, en 2007.
36.- El Pozolero. Santiago Meza López, alias “El Chago” o “El Chaguito” era el encargado de desaparecer los cuerpos de los ejecutados por parte de una célula del cártel de Tijuana. Para ello, colocaba los restos en un tambo, les vaciaba agua y sosa cáustica y hacía “pozole”: los cuerpos se deshacían. Se calcula que desapareció a más de 300 narcotraficantes.
37.- María Sabina. María Sabina Magdalena García nació en 1894 y murió en 1985. Originaria de Huautla de Jiménez, en la Sierra Mazateca, fue curandera, chamán, sanadora. Conocía a la perfección el uso ceremonial y curativo de los hongos alucinógenos oaxaqueños. Se volvió celebridad internacional, símbolo del movimiento de libertad de los años 70. Ella aseguro que “existe un mundo más allá del nuestro, un mundo que está lejos, también cercano e invisible. Ahí es donde vive Dios, el muerto y los santos…”.
38.- Juana Cata. Doña Catalina Romero fue amante de Porfirio Díaz y vivió en el Istmo de Tehuantepec. Don Porfirio ordenó que las vías del tren pasaran cerca de su ventana, para que así, cuando él viajara, pudiera detener el tren, bajar y besar a su amada clandestina.
39.- La tamalera. En julio de 1971, en la calle Pirineos, colonia Portales, Trinidad Ramírez asesinó a su marido con la ayuda de su hijo y de su yerno. La mujer lo golpeó con un bat de béisbol. Su hijo, carnicero de oficio, le cortó las piernas; el yerno, hábil carpintero, serruchó los huesos. Metieron todo en bolsas que aventaron a un basurero. Todo, menos la cabeza, que hirvieron y con ella prepararon tamales. Este sabroso antojito se vendió muy bien al día siguiente por la mañana, al grado de que no quedó ni uno solo.
40.- Doña María Luisa. La ciudad de Aguascalientes fue fundada en 1575, y dependió primero del gobierno de Nueva Galicia (Jalisco) y después del de Zacatecas. Fueron muchos años de luchas legales, ruegos y exigencias por parte de los pobladores, pero jamás se los concedió su autonomía o independencia. Cierta noche, el general Antonio López de Santa Anna pasó por el lugar y se quedó a dormir en una hacienda. La esposa de su anfitrión era una bella, bellísima mujer llamada Doña María Luisa. Ella no desaprovechó la oportunidad y le dijo: “Aguascalientes puede ser libre, general, basta con que usted lo quiera. Llegaríamos hasta el sacrificio para obtenerlo”. ¿Hasta el sacrificio?, preguntó Santa Anna. Entonces acercó sus labios a la boca de la hermosa mujer y los fundió en un apasionado beso que enmudeció a los presentes. Minutos después, Doña María Luisa gritaba emocionada desde el balcón: “¡Somos libres! ¡Por fin Aguascalientes es independiente!”. A la mañana siguiente, por orden del presidente, comenzó el trámite legal de independencia.
41.- José Rubén Romero. Poeta, novelista y cuentista de vida aventurera, traviesa, pícara y ocurrente igual que su obra. Su libro más conocido es La vida inútil de Pito Pérez. Rubén estuvo a punto de ser fusilado por los revolucionarios, pero nunca se alejó de la alegría. Siendo niño, su mejor amigo (que le enseñaba a decir groserías) le pidió que, cuando la costurera estuviera dormida, le metiera la mano en las enaguas y le contara lo que había encontrado. Después de hacerlo, Rubén le dijo: Nada, no tiene nada; barbas, como las que tiene mi tío Valentín en los cachetes...
42.- La Planchada. Se dice que se disfrazaba de enfermera, maletín en mano, y ayudaba a los enfermos terminales a morir con dignidad. Los enfermos se lo agradecían, al igual que los parientes afligidos y cansados. Esta mujer, escondida entre las sombras, cortaba de tajo con el sufrimiento y el dolor gracias a la eutanasia. Lo hacía, hace más de veinte años, lo mismo en Monterrey que en Tlaxcala, Puebla, Guadalajara, Veracruz y el Distrito Federal. Nadie supo su nombre, pero la apodaban “La Planchada”.
43.- El buzo del Ajusco. A principios del nuevo siglo corrió este rumor. El Ajusco, esa imponente montaña ubicada en el Distrito Federal, se vio afectada por incendios en la época de sequía. El fuego tardó en ser controlado. Al visitar la zona para evaluar los daños, los expertos encontraron algo increíble: un hombre en traje de buzo, perfectamente equipado, que murió por quemaduras. Aún sujetaba con fuerza un arpón. Nadie sabe cómo llegó hasta lo alto del cerro.
44.- Jaime Contreras. La madrugada del 28 de julio de 1957, la ciudad de México se estremeció con un poderoso terremoto. Entre los daños, la famosa estatua conocida como El Ángel de la Independencia cayó de su pedestal. Jaime Contreras, un humilde obrero, se acercó a la enorme cabeza decapitada. Entre los restos, encontró un papel viejo y marchito. Al leerlo, lo supieron: era una carta de amor que el escultor había introducido en la estatua. Era para su novia, que lo había abandonado días antes de terminar la fundición. No se atrevió a entregársela, y la escondió en el Ángel para eternizar su amor.
45.- El Jamaicón Villegas. Fue futbolista, seleccionado nacional. Cuando, en los años sesenta, el equipo nacional obtuvo un decepcionante resultado en tierras inglesas, el “Jamaicón” (apodado de esta manera porque solía llorar en público) se sinceró y ofreció explicaciones. Había jugado mal porque extrañaba a su mamá, tenía muchos días sin comer birria… y la vida no era vida estando lejos de su tierra amada.
46.- El Mago Septién. Durante la Serie Mundial de 1955, entre los Yankees de Nueva York y los Dodgers de Brooklyn, el famoso cronista narró soberbiamente el partido… que nunca presenció. Lo hizo, con efectos de sonido incluidos y sin conocer las jugadas, desde su cuarto de hotel. Se dice que se quedó dormido, que se emborrachó, que no quiso pagar los derechos de transmisión y se embolsó el dinero. Sea como sea, con esto, el “Mago” refrendó su conocido apodo.
47.- El profesor Zovek. El enigmático escapista era luchador, boxeador, y presumía una condición física a toda prueba, la cual hizo que los expertos lo compararan con el mismísimo Bruce Lee. Implantó un récord mundial: 8 mil 350 abdominales consecutivas. Jalaba autos y camiones con los dientes, o bien detenía motocicletas en movimiento. Murió en 1972, al descender de un helicóptero por medio de un cable, al parecer por fallas del piloto.
48.- Fernando Marcos. Más conocido por su peculiar forma de narrar, don Fernando fue antes jugador y después árbitro. Durante un partido entre Necaxa y Asturias, en que este último podía coronarse campeón, el árbitro se desempeñó dudosamente. Los seguidores del equipo local, irritados por la derrota, literalmente incendiaron el recinto, por lo que la gente decía, en son de burla, que Fernando Marcos quemó el legendario Parque Asturias.
49.- El Cinco Copas. Antonio “La Tota” Carbajal, el primer futbolista en participar en cinco mundiales, de 1950 a 1966. Por desgracia, es también el portero de la selección que más goles ha recibido. México perdió 10 de 14 partidos y “La Tota” admitió 25 de 33 anotaciones.
50.- Ángela Peralta. En España la llamaban “El Ruiseñor mexicano” y nació en 1845. Es, sin duda, la voz más hermosa que ha dado el país. Triunfó en todo el mundo, particularmente en las cortes europeas. Su físico, sin embargo, era poco agraciado y esto fue un obstáculo para su carrera. Al morir, su representante mostró documentos, según los cuales, Ángela y él se habían casado minutos antes del trágico final, por lo que el empresario, más vivo que enamorado, heredó todo el patrimonio que doña Ángela dejó.
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